El matrimonio de Margot y Kurt discurre tranquilo y monótono, sin demasiados altibajos ni tampoco demasiadas emociones. Viven con la madre de él, con su hermana y el marido de esta, un entorno extraño al que Margot no ha acabado de adaptarse. Está embarazada y dedica todo su tiempo a su hija Bibi, la persona a la que más quiere. De repente comienza a sufrir unos brutales ataques de ansiedad que hacen que su mundo entero se tambalee.