En el siglo XIV, tras la muerte de su padre, el nuevo rey de Inglaterra, Eduardo II, hace volver al país a su amante, Piers Gaveston, que se encontraba exiliado en el continente. Le colma de todo tipo de atenciones y le concede varios títulos nobiliarios, lo que provoca el enfado de la reina Isabella. Animada por su amante, decide urdir un plan para deshacerse de Gaveston, derrocar a su esposo y conseguir el poder.