Como cada verano, Miguel Ángel recorre carreteras y caminos intentando afianzar su pequeño negocio: la proyección de películas al aire libre. Innumerables conversaciones a través del teléfono móvil, encuentros y tratos jalonan su recorrido, que parece no tener fin. Como un cowboy incansable, siempre al volante de su automóvil, lucha por una ilusión imposible, pues el cine ya no es lo que era y su trabajo tiene los días contados.
Ficha técnica