El señor R. lleva una apacible existencia: vive en un confortable piso de clase media con jardín con su mujer y su hijo, a los que quiere, tiene un buen trabajo que le gusta, se lleva bien con su jefe y sus compañeros y parece que está a punto de ascender y los domingos come con sus padres. Todo marcha bien. Pero una noche al señor R. le da un ataque de locura.
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