A los cineastas legendarios del cinéma vérité Pierre Perrault y Michel Brault les atrajo la Île-aux-Coudres por dos razones: por el idioma de la gente que vivía en esta pequeña isla de San Lorenzo y por las ballenas. Durante siglos, los pescadores de la Île-aux-Coudres habían capturado belugas. Las almas de los muertos se invocaban para una pesca fructífera y se hacía uso de una técnica única: los hombres enterraban una trampa, hecha con ramas de árboles jóvenes, en el barro de la orilla durante la marea baja para atrapar a la ballena blanca, una tradición que se abandonó en 1920.
Ficha técnica