Gloria es una ama de casa adicta a las anfetaminas que no tiene un minuto libre. Los cuarenta metros cuadrados de vivienda los comparte con su marido, taxista, la suegra, dos hijos macarras y un lagarto. No es una mujer feliz. Entre su marido y ella, además de un abismo de incomunicación, se cierne la sombra de una alemana para la que el marido trabajó como chofer en Berlín quince años antes y que ahora le anuncia una próxima visita a Madrid para contarle su plan de falsificar las memorias de Hitler.
Ficha técnica