Aiur acaba de cumplir seis años. Cada noche, junto a su madre, cuenta, mirando al calendario de la cocina, cuántos días faltan para que su padre, Endika, vuelva a casa. Endika lleva quince años en una prisión, a 540 km de su casa. Aiur solo ha podido comunicarse con él de dos maneras: una visita mensual y llamadas de teléfono de cinco minutos.
Ficha técnica