Las contadoras de historias
En la tradición occidental se considera a Homero como el primer contador de historias. Historias que hablaban de armas y de hombres (a quienes luego cantaría también Virgilio). En la tradición oriental, sin embargo, la primera contadora de historias fue una mujer, la esclava Scheherazade, aquella que durante mil y una noches fue capaz de seducir con sus cuentos al sultán. Homero buscaba la fama, la gloria, para él y para sus héroes; Scheherazade, salvar su vida, vivir un día más. Tremenda metáfora.
Quizás no hayan cambiado tanto las cosas como queremos creer, aún quedan muchas zonas de sombra donde las mujeres se siguen jugando la vida mientras los hombres arriesgan solo la fama. Por eso tienen doble mérito. Por eso sigue siendo fundamental poner en valor y hacer visible todo el trabajo de tantas mujeres que nos han traído hasta donde hoy estamos. Porque las sombras siguen ahí.
Y una de las intenciones cuando, hace ya cuatro años, se puso en marcha este ciclo que ahora llega a su final (provisional) era precisamente esa: mostrar el trabajo de un montón de mujeres (bastantes más de las que pensábamos en un principio) que han contribuido decisivamente a transformar el paisaje del cine vasco en algo mucho más rico y atractivo, para la gente de casa y para la de afuera. Y creemos que el resultado de estos cinco años dedicados a películas firmadas por mujeres es simplemente espectacular. Y hay que decirlo.
Para cerrar este macrociclo presentaremos 12 trabajos firmados por las cineastas más jóvenes. Y por primera vez el número de obras de ficción casi iguala al de documentales, lo que supone también una buena noticia: por fin las chicas se hacen también cargo de proyectos más caros. Y eso es muy significativo.
Además, los documentales que forman parte de este ciclo son casi todos ellos obras de creación, que se internan frecuentemente en el campo de la ficción, que están contados con las herramientas propias de la ficción. Es el caso de pequeñas joyas como Enero (Ione Atenea, 2019), un retrato colorido, duro en ocasiones y vital, tremendamente vital, de las dos abuelas de la directora; o como Polaris (Ainara Vera, 2022), una apabullante y bellísima historia sobre dos hermanas en el hostil entorno de los hielos groenlandeses y del mundo masculino de la navegación; o ese sutil y amoroso acercamiento a mundos en peligro de desaparición, los de las y los jóvenes que pueblan el fantástico documental Young & Beautiful (Marina Lameiro, 2018); o ese otro mundo a punto de pasar a la historia, el mundo rural, poblado por mujeres, hombres, vacas, ovejas, lobos, miedos y desconfianzas, presentes en Pizti bat, agian (Ainhoa Gutiérrez del Pozo, Olatz González Abrisketa, 2023); o el de ese joven paralítico que siente que Dios le ha dejado de hablar de la sensible Las letras de Jordi (Maider Fernández Iriarte, 2019); o esas maravillosas mujeres (Tonina, Loreto, Waltraud, Anne, Viki, Maria) que, armadas de libros y estanterías que se caen hacen frente a los hombres y las armas virgilianas en A los libros y a las mujeres canto (Maria Elorza, 2022); o la atinada y oportuna reflexión sobre el euskera en los medios de comunicación y su más o menos intensa relación con el patriarcado que se recoge en Arduraz komunika dezagun (Aitziber Zapirain, 2021). Y la ficción se viste de gala con una película premiada en la Berlinale, entre otros certámenes. 20.000 especies de abejas (Estibaliz Urresola, 2023) dará el pistoletazo de salida al ciclo, con su delicada y al mismo tiempo dura historia de una niña encerrada en el cuerpo de un niño. Una vieja deuda pendiente es lo que pretende cobrarse la protagonista de otra película premiada en Málaga y otros festivales, la excelente Patricia López Arnaiz, quien da vida al personaje de Nina (Andrea Jaurrieta, 2024). La vuelta a casa de una joven, después de una larga temporada fuera, es el desencadenante de la trama de Un otoño sin Berlín (Lara Izagirre, 2015); el novio al que dejó se ha convertido en alguien casi inaccesible, alguien cuya confianza y amor pretende recuperar. Antes de ganar la Concha de Oro, Jaione Camborda se estrenó en el mundo del largo con Arima (2019), una oscura historia donde dos misteriosos personajes masculinos se persiguen entre sí y marcan las vidas de varias mujeres de una aldea gallega. Y la última ficción es una historia distópica, seleccionada en Sundance y que cuenta entre sus protagonistas con Milla Jovovich, situada en un mundo donde las mujeres son educadas para servir a sus hombres; las que no están dispuestas a hacerlo son internadas en una oscura academia donde las educan para ser mujeres “perfectas”. En este mundo se desarrolla Paradise Hills (Alice Waddington, 2019).
Seguimos necesitando que nos cuenten historias. Este ciclo debe ser solo un paso en el camino. Porque seguimos necesitando que haya mujeres que nos cuenten historias. Sin que tengan que jugarse la vida por ello.