Cine y jazz: largo viaje, larga conversación
Si el cine es casi por definición una invitación al viaje, el jazz ha sido desde sus orígenes una música muy viajera. No es extraño que la conversación entre ambas disciplinas artísticas haya sido tan fluida, tan fructífera: las estrellas del jazz han protagonizado guiones, las bandas sonoras se han nutrido del jazz e incluso los montajes cinematográficos se han dejado contagiar de influencias jazzísticas. Todo esto viene celebrando el ciclo Jazzinema de la Filmoteca Vasca desde hace nueve años en el mes vasco de los festivales de jazz.
Empezamos con un preestreno de altura: Köln 75 (Ido Fluck, 2025) pone el foco en Vera Brandes, una jovencísima y audaz promotora alemana en los años 70. Fue capaz de organizar uno de los más legendarios conciertos en solitario de la historia de la música: el concierto de Colonia de Keith Jarrett en 1975. Jarrett había empezado antes un viaje de creación con Miles Davis: “Cuando me uní a la banda de Miles Davis no sabía ninguna de las melodías y cuando dejé la banda ¡no sabía ninguna de las melodías!”. No le hizo falta.
El jazz y la descolonización protagonizan Soundtrack to a Coup d’État -Banda sonora para un golpe de estado- (Johan Grimonprez, 2024) en un montaje jazzístico que reescribe el episodio de la Guerra Fría que llevó a los músicos Abbey Lincoln y Max Roach al Consejo de Seguridad de la ONU para protestar por el asesinato del líder congoleño Patrice Lumumba. Y del Congo a Escandinavia, que durante mucho tiempo fue un destino preferente para muchas estrellas del jazz negro estadounidense. Ahora, las hijas e hijos que generó aquella aventura nos cuentan en Legacy (Manal Masri, 2024) las consecuencias de esas decisiones vitales de sus padres.
Y, para terminar, un homenaje a un actor extraordinario a través de una obra maestra: The Conversation -Elkarrizketa- (Francis Ford Coppola, 1974). Esta película nos invita a admirar el enorme talento de Gene Hackman en el papel del “escucha” profesional Harry Caul, que además protagoniza el cartel de este año en el que se le ve tocar el saxo tenor en casa, con su bata puesta… Y la música de jazz, gracias a la banda sonora de David Shire, se convierte en un reflejo más de la terrible soledad del protagonista. El jazz viaja a la mente de Harry Caul y, de paso, a todas las nuestras.